
Censaron la comunidad de Barrio Obrero y en casi todas
las casas había uno o más enfermos con la fiebre que provoca dolores.
“La culpa es del caño... La culpa es del caño... La
culpa es del caño...”
Eso es lo que repiten una y otra vez los vecinos del
caño Martín Peña, en Barrio Obrero, que han sido víctimas del nuevo virus
conocido como chikungunya.
En las calles aledañas la enfermedad ha golpeado con
fuerza, en lo que parece ser una especie de brote que ha castigado a casi todos
los hogares.
El Comité Dominicano de Derechos Humanos censó varias
calles de Barrio Obrero –cercanas al cuerpo de agua- y pudo corroborar que en
efecto el virus ha estado haciendo estragos en esa comunidad desde hace unas
tres semanas.
El comité visitó el pasado miércoles una cuadra de
cada una de las calles 8, 9 y 10 de Barrio Obrero, que colindan con la avenida
Rexach, y halló un total de 68 casos.
Según los líderes del comité, José Rodríguez y Esteban
Reyes, los casos eran la orden del día en casi todas las viviendas; dato que
los residentes le confirmaron a este diario.
No es coincidencia que el chikungunya los haya
golpeado. La insalubridad del caño Martín Peña es de leyenda. La zona también
está llena de basura y los mosquitos precisamente lo que buscan es este tipo de
ambiente.
“Aquí hay mosquitos de día y de noche... Es una cosa
horrible y eso yo se lo atribuyo al caño...”, señaló Wilma Hernández, quien se
describió a sí misma como la primera a la que se le pegó el chikungunya y
continúa sufriendo dolores en sus piernas.
Hernández acudió a una sala de emergencias y allí
le dijeron que el diagnóstico de la enfermedad tardaría tres semanas, aunque es
obvio que la atacó el virus.
“El sábado pasado yo no podía caminar... Los brazos
los sentía como fracturados”, dijo Lucas Rivera, otro que le echó la culpa de
la enfermedad al caño. “Hace años que nadie viene por aquí”, dijo sobre el
Gobierno y el control de las plagas que se producen en el cuerpo de agua.
La familia de Luis de la Cruz fue otra de las que
cayó rendida al chikungunya.
De la Cruz dijo que una vez se hizo pública la
situación con el virus en la comunidad, el Municipio vino y fumigó... muy por
encimita. “Se quedaron arriba”, afirmó en referencia a que el insecticida que
se usó no llegó al caño.
En la casa de José Manuel Calderón el virus enfermó
a cinco. “Uno salía de la enfermedad y entraba otro...”, dijo.
Se afectaron su ex esposa, el nieto de esta y sus
cuatro hijos. Ninguno fue al médico: la enfermedad la pasaron en frío.
Aurelia de la Rosa contó que a ella se le hincharon
los pies y que sigue con problemas para pararse. “A la calle enterita le dio
eso”, dijo tras explicar que se autorrecetó acetaminofén.
A Aurelia la encontramos con un pote de insecticida
al lado. Lo compró, según dijo, porque a ella la suele visitar un biznieto.
El líder comunitario Ángel Figueroa Cortés exigió
del Gobierno que prepare un plan de salud para los vecinos del caño, a quienes
no se les puede tratar igual que a otras comunidades cuando se trata de
enfermedades como el chikungunya.
Figueroa Cortés subrayó que las comunidades
aledañas al caño están a riesgo de padecer múltiples enfermedades hasta que no
se drague el cuerpo de agua, y el costo para esto es de $600 millones.
Ya hay asignados cerca de $140 millones, dinero que
fue destinado a trabajos de infraestructura tales como la remoción de troncales
de energía eléctrica.
Conseguir el dinero que falta, según Figueroa
Cortés, va a depender, sin embargo, de legislación del Congreso.
En casa de Figueroa Cortes, el chikungunya enfermó
a cuatro: tres sobrinos y su hermana.
“Aquí no se está haciendo nada sistemático... Viene
una guagüita del Municipio con un tanque y va por las calles. Ya no se entra (a
fumigar) casa por casa, que es donde pueden estar los envases con agua... las
gomas...”, dijo el líder comunitario acerca de la forma en que se asperja en el
barrio.
El sistema, según contó, dista mucho de lo que fue
en épocas más remotas, como las décadas del 60 y del 70.
Una compañía, la Tifone, se ofreció a asperjar en
las inmediaciones del caño de forma gratuita, con un producto orgánico. Según
se supo, se le va a estar solicitando a la Junta de Calidad Ambiental que
valide el producto.
José Rodríguez dijo, de otro lado, que hay personal
de Salud federal de Puerto Rico atendiendo el problema del virus, “pero están
esperando los pacientes en los hospitales”.
“No es a los hospitales a donde tienen que ir, es a
comunidades como estas”, aseveró el defensor de los derechos civiles.
La fiebre chikungunya es una enfermedad que se
transmite por mosquitos infectados y, como no se cura, el tratamiento se centra
en el alivio de los síntomas.
Los signos de la enfermedad son fiebre súbita,
dolores articulares, dolores de cabeza, náuseas, cansancio y erupciones en la
piel.
Los dolores articulares, generalmente, desaparecen
en pocos días, pero algunas veces pueden durar meses, incluso años.
Son raras las complicaciones, pero en personas
mayores puede contribuir a la muerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario